Siete meses sin escribir
ni un post. La razón es tan simple como preocupante: he estado muy
"entretenido”. Y digo preocupante porque entraña uno de los problemas más
graves que padecemos hoy día.
Decía Ortega que sólo el
ensimismamiento nos saca del ser-masa, que sólo desconectándonos del mundo,
teniendo un momento de vuelta hacia nosotros, podíamos volver para actuar como
personas en vez de zombis automatizados. Salirse para estar. Dejar de “vivir”
para vivir de verdad. Esto que puede parecer raro y contradictorio se da en realidad a
muchos niveles. En el orden de la vida pude verse claramente si nos fijamos en
el sueño y la vigilia. Solamente renunciando a este mundo, durmiendo, puedo enfrentarme
a él con fuerza. Como vislumbra Blanchot, durmiendo precisamente decimos sí al
mundo en el mayor acto de confianza que puede acometer un ser vivo.
Y es que aunque la sociedad condene al que se vuelve sobre sí -“Vago,
vuelve en tí y deja de pensar en las musarañas” dicen cuando en realidad
quieren decir “Vuelve aquí y sal de tí”-, ensimismarse, correr una tela entre
nosotros y el mundo, lejos de ser una renuncia a vivir aquí, representa la
única forma de ser después de un modo pleno y auténtico. Solo ahí puede darse
el pensamiento, que no es sino huida de una dimensión donde ya todo está
dispuesto. Por eso pensar y autonomía siempre caminan juntos.
En cambio, en el estado zombi, des-ensimismados, volcados del
todo al afuera (fuera de sí) parece más bien que otros decidieran por nosotros.
Otros nos piensan, lo hacen por nosotros cuando tomamos decisiones basadas en
ideas que ni siquiera hemos puesto a prueba. Sobre las que no hemos meditado,
pero que asumimos y que dirigen nuestras acciones. Para eso precisamente sirve
el volverse sobre uno mismo.
Por ejemplo: en el post anterior hablo de un modo de sentir el
amor –entender que el amor no correspondido nos coloca en situación de
debilidad-. Para mí es evidente que esa idea es algo ajeno a mí, que me
inculcaron y que solo cuando soy capaz de retrotraerme sobre mí y pensar puedo
sustituirla por una propia. Sin embargo, apenas tenemos oportunidades de hacer
esto.
Vivimos en un mundo donde no solo vendemos gran parte de nuestro
tiempo a cambio de un salario con el que sobrevivir, sino en el que además el
tiempo restante es administrado por una industria del entretenimiento que se
encarga de que no tengamos ni un instante de soledad ni recogimiento.
Quizá la ausencia de una respuesta contundente a la terrible
situación política y social que sufrimos se precisamente halle en la falta de
ensimismamiento. De tener un puto rato al día en el que reflexionar y evaluar
cómo nos comportamos. Ser críticos con nosotros mismos. Acaso se equivocaban
Orwell y los grandes autores distópicos, pues un bufón parece ser mucho mejor
guardián que un policía.
Resumiendo: que cerrar los ojos quizá sea la mejor forma de
empezar a cambiar las cosas.
"Dormir un sueño que
nunca abandone la
realidad"
(A.
Artaud)