miércoles, 16 de enero de 2013

Milagro en el taxi


Ocho de la mañana, llegas tarde a la entrevista, saltas de la cama, te arreglas como puedes, bajas las escaleras, sales a la calle, paras un taxi, le das la dirección, arranca y de repente el taxista te pregunta “¿Cómo estás?” He ahí un milagro.

Digo milagro porque verdaderamente es un momento mágico. Un instante en el que se desploma todo un orden del mundo mediante algo que no puede ser explicado mediante la lógica de ese mundo. ¿Qué sentido tiene que un taxista, un desconocido, me pregunte cómo estoy, abiertamente, con claridad en los ojos? Lo cierto es que algo se abre en nuestro interior... y el profundo orden de cemento y maquinaria se resquebraja.

Porque nuestro día a día está impregnado de cemento y maquinaria. Instrumentos. La mayoría de las personas con las que tratamos pero no conocemos e incluso a veces aquellas a quienes más queremos, son tratadas como instrumentos, medios para nuestros fines. Lo humano que hay en ellas queda arrasado por la mirada instrumental.

En una obra o una fábrica es muy evidente cómo los jefes tratan a los empleados como meras herramientas. En el sector servicios se da además la des humanización cliente-empleado. Uno sólo ve dinero, el otro un deseo a satisfacer. Que la persona sea una u otra es tan importante como que el metro que me lleva a casa todas las noches sea el mismo. Lo único relevante es que pase a la misma hora. Que funcione.

Y a pesar de este desolador contexto de des humanización, lo cierto es que todos los días hay milagros. El profesor Juan Antonio Estrada una vez me explicó que existen dos maneras de entenderlos, objetiva y subjetiva. La objetiva es la clásica: un milagro es un fenómeno que no puede ser explicado más que recurriendo a la intervención divina.

La segunda manera, el milagro subjetivamente entendido, tiene que ver con el papel que juega en la vida de la persona. No importa lo que el fenómeno sea a la luz de un microscopio, sino cómo me hace vivir. Para el creyente el milagro es así una fuente de esperanza y de confianza.

La pregunta del taxista nos arranca de la instrumentalización. Como explica Enrique Dussel, ya no es objeto ni instrumento. De súbito, una cosa se convierte en un alguien. Y eso no se logra mediante un raciocionio frío, un cálculo racional o una deducción. Ya Descartes mostró cómo si nos valemos únicamente de una razón reptiliana, despojada de carnalidad, podemos dudar de que el resto de la humanidad sean personas en vez de autómatas e incluso de que nosotros mismos seamos cerebros en cubetas al estilo Matrix.

Por eso es tan maravilloso el episodio del taxista. Nos muestra que somos seres dotados de algo más. Corazón, alma, potencia ética, conciencia de alteridad... no sé ni cómo llamarlo, pero lo importante es que somos algo que no cabe en los estrechos márgenes de la vida de cemento y herramientas. Algo inexplicable si pensamos desde esos estrechos márgenes, milagro objetivo. Algo que alimenta la esperanza y la confianza, milagro subjetivo.


“Aún más que con los labios,
Hablamos con los ojos;
Con los labios hablamos de la tierra,
con los ojos del cielo y de nosotros”
(Manuel Acuña, Hojas secas)




20 comentarios:

  1. La palabra que utilizas para describir el episodio del taxista, el "milagro", me hace sentir un poco triste. Digo triste porque en la sociedad en que vivimos y que nos ha empujado a vivir tan deprisa, ha hacernos sentir meras cifras en los puestos de trabajo, ha pasar por situaciones que nos empujan a crecer de golpe, en resumidas palabras, lecciones que nos han querido enseñar a sobrevivir por encima de la persona que tengas a tu lado, cueste lo que cueste, haciéndonos perder valores tan sumamente importantes como el ver al prójimo desde el corazón, acercarse o simplemente interesarnos no sólo por cortesía o amabilidad, lo llamámos milagro. Y hoy en día esas situaciones como la del taxista de hecho nos parecen un milagro, porque se ven muy poco, y muchas veces incluso desde nuestro propio conformismo no nos paramos a ver..Simplemente me entristece que esas situaciones de la vida estén tan en peligro de extinción, que cuando nos topamos con alguna lo llamemos milagro.

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  2. Entiendo que te apene, pero justo lo que trato con el post es lo contrario. Que nos demos cuenta de que aunque el contexto es de instrumentalización y de falta de humanidad, hay algo en nosotros que se resiste. Somos seres capaces de trascender eso. De mirar con el corazón como dices. Por eso digo milagro objetivo, como algo que se sale de lo explicable, y sobre todo milagro subjetivo, como algo que tiene que darnos fuerza y fe en lo humano. Así lo veo. Y no creo que esté en peligro de extinción la mirada que ve al otro como un alguien, sino todo lo contrario. Por más ataques contra la humanidad que se lleven a cabo, ese reducto permanece y es motivo de esperanza.
    Recordémoslo en nuestro día a día, para darle la importancia que merece ;)

    Un besote enorme, Emma, digo Anónimo!

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  3. Hola David,

    Bueno, para mi mas bien un milagro sería que me dijera buenas noches Agelina Jolie después de haberle echado un buen polvo y con una sonrisa en la cara.

    saludos desde la frivolidad y el sentido del humor

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  4. A mí es que la frivolidad me da mucho frío ya...

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  5. A mi me parece que el ser humano 'crea' los milagros subjetivos para afrontar lo que la vida objetivamente le tiene preparado. También se puede ver de esta forma: el taxista, detectando la ansiedad del cliente, le muestra un cierto interés por él para intentar hacerle un viaje agradable y que, finalmente, se traduzca en una recompensa en forma de propina. La esencia no tiene otra base que la materialista....
    Yo soy más de las que creen en los milagros subjetivos para alimentar la esperanza como dices tú! pero las experiencias muchas veces invitan a pensar de otra manera.
    Anyway, me ha gustado mucho tu post! :)
    Un saludo

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    2. Hola Miriam.

      Me alegra mucho que te haya gustado el post. Pero me preocupa lo de que "las experiencias muchas veces invitan a pensar de otra manera".

      Por supuesto que muchísimas veces, actuamos instrumentalmente, pero piensa en tí misma. ¿Nunca te preocupas desinteresadamente de alguien? ¿Nunca has dado, sin esperar nada a cambio? ¿Nunca has sentido que se te escogían las entrañas al ver que alguien sufría una injusticia?

      Lo que defiendo es que existe algo en nosotros que a veces nos hace salir del contexto instrumental, de la realidad materialista. En ese sentido se producen milagros, como el de preocuparnos por un desconocido. Son cosas que no encajan en la realidad instrumental.

      No encajamos. Y eso para mí es un motivo de esperanza y de orgullo.

      ¿No lo ves así?

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    3. Creo que en el fondo, el comportamiento de las personas se mueve por un beneficio último. Es decir, cuando alguien ayuda o se interesa por alguien, en un principio la acción es buena, es gratuita, es motivada por uno mismo, pero se hace bien para demostrarnos que somos capaces, bien porque las pautas sociales lo marcan o bien porque el hacer sentir bien nos hace descansar mejor. Por ejemplo, el amor o la amistad es algo reciproco, dar y recibir, pero la actividad consiste en que uno empieza a ofrecer y finalmente termina en un beneficio sentimental mutuo, los dos ganan.
      Otro ejemplo, desinteresadamente he comentado este post, sin intereses secundarios pero, siendo completamente objetiva y realista, esperaba alguna respuesta del autor, por lo tanto, no he escrito gratuitamente ;) pues esto puede extrapolarse a más comportamientos.
      Además de todo, me alegra ver detrás de la historia del taxista una cara que creo que reconozco del cole :)
      La esperanza reside en reconocer en un contexto de instrumentalización, las acciones que no se guíen estrictamente por la lógica matemática, sino por la humana. Trabajaremos en ello!

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    4. ¡Miriam! ¡Qué bueno saber de tí, después de tanto tiempo! Un placer verte por aquí :)

      Quisiera decirte que lo de que el comportamiento de las personas responda a un fin último no afecta al hecho de que a veces, el
      velo instrumental que cubre al otro se cae. Esa experiencia es innegable. Podemos ver así a los demás. Y como bien dices algunas acciones se guían más por este principio humano que por otra cosa.

      Luego ya podemos elegir qué hacer. Incluso podemos decidir con qué gafas queremos ver la realidad.

      La posibilidad está ahí. Hay algo en nosotros que nos permite salir de ese túnel oscuro. Y sólo eso es un motivo para celebrar, confiar y luchar.

      Un abrazo

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  7. Jo, entre el post y los comentarios tengo demasiadas reflexiones en la cabeza, espero que al final no os resulten tan caóticas como me suenan a mi. Para ello, seré breve e intentaré resumirlas en dos.

    La primera, después de leer el post: Que un extraño se preocupe por nosotros nos parece "un milagro", nos sacude por dentro y el alma despierta, pero ¿la dejamos despierta? ¿Cuando bajamos del taxi pagamos, además de con dinero, con una sonrisa mirando directamente a los ojos?

    Y la segunda, después de leer los comentarios: No creo que alegrarnos por el bien hecho a los demás convierta en egoísta la acción en sí. Bien pensado, las alternativas son, que nos de igual o que nos siente mal.
    Hacer algo por los demás cuando no nos apetece ¿tiene más valor? quizá para uno mismo sí, pero para el que lo recibe no.
    Si creemos que todos se mueven por interes material nos dejamos llevar (¿qué puedo hacer yo sola contra él mundo?) por eso yo reivindico cada día "mi inocencia". Todos los días alguien la patea o se rie de ella. Pero a mi me gusta creer en la gente, en su buena fe, porque no hay nada más doloroso que sin motivo no crean en tí. Soy de las que creen que el taxista me pregunta "¿Cómo estás?" porque ha creído que lo necesitaba...


    (pensamientos inconexos... sabía que al final la liaría...)

    Lo importante: Me ha encantado tu post :)

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    1. A mí me parece muy ordenadita tu reflexión ;) A la primera pregunta pues ¿qué decirte? La respuesta es personal. Supongo que hay de todo y un gradiente de vida más o menos instrumentalizada en donde cada cual tiene su sitio.

      Sobre la segunda, yo creo en el altruismo, precisamente por lo que explico en el post, aunque esto no es algo que creo que se pueda argumentar del mismo modo que hablamos sobre los vértices de un triángulo. Hay que querer abrirse a ese contenido de experiencia y no todo el mundo puede o quiere.

      La pregunta del valor, por otro lado, me parece muy interesante. Porque vivimos en un mundo donde el valor de las cosas se mide por su utilidad o su precio.

      Me encanta que me sigas y comentes, prima.

      Un besazo enorme!!!

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  8. Muy buena la entrada, me ha gustado mucho, no he leído a Dussel pero ahora me han entrado ganas de hacerlo.
    Me recuerda tu postura un poco a Heidegger y La pregunta por la técnica, estoy totalmente de acuerdo con tu postura, pero sí que pienso que sería interesante estudiar más a fondo los motivos por los cuales nos encontramos en esta situación, quizás se nos haya ido de las manos y no sepamos reconocer en el otro la humanidad, aunque exista, aunque sea en milagros como los que narras.
    Me ha encantado, también la distinción de Estrada, que lo he tenido como profesor y me parecía escucharlo mientras te leía.

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    1. Muchas gracias, Lucía. Todo un honor que a alguien del gremio le guste lo que escribo :) El post es puro Dussel, quien a su vez bebe muchísimo de Lévinas. Ambos toman la crítica heideggeriana del olvido del ser y le añaden algo más: en vez de ser el ser lo más originario, apuntan aL rostro del otro, a la alteridad como elemento que abre una brecha en lo ontológico y se nos presenta como demanda de responsabilidad. Te recomiendo muy mucho "Filosofía de la Liberación", obra lúcida, clara y subversiva donde las haya.

      ¡Un saludo!

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  9. Me ha gustado mucho, y es que hacen falta tanto estos milagros cotidianos... :)

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    1. Ahí están, esperando que abramos los ojos...

      Me alegro que te haya gustado. ¡Gracias! :)

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  10. Pues sí David, que hacen falta "milagros", yo propongo que los empecemos a realizar nosotros y con ello demos ejemplo.
    Hay que darse un paseo en bus en hora punta y ver las reacciones de la gente ante los demás, constituyen un fiel reflejo de la sociedad. Yo en mis muchos años de asidua del transporte público he visto de todo y en todos lados. hay mucho ejemplo que dar y lo que es peor es que la mayoría lo ve, lo piensa, pero no lo hace. Interesante

    Un beso enorme

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  11. Cuánta razón... El clic del pensamiento a la acción, sí...

    ¡Un besote grande, Mariki!

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  12. Me ha encantado este post, te lo digo sinceramente.

    Lo inefable...y, sin embargo, lo maravilloso que resulta porque nos ilusiona y nos hace vivir.

    Chiky.

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