miércoles, 23 de abril de 2014

La cobardía de Orfeo

Desde ayer y hasta el viernes podemos ver en el cielo Las Líridas, "la lluvia de meteoritos más antigua conocida".

El nombre refiere a la lira de Orfeo, cuya historia aún nos conmueve siglos después. Según el mito, al morir su esposa Eurídice, Orfeo cayó bajó una terrible pena e hizo llorar la lira de tal modo que ablandó los corazones de los dioses infernales. Éstos le permitieron rescatar a su amada a condición de no mirarla durante todo el camino desde el Hades a la Tierra. Orfeo resistió la tentación, a pesar de que atravesaron enormes peligros, y caminó al frente sin girar la vista. Al fin, cuando ya sus pies tocaron la yerba de la Tierra y el sol cegó su mirada, se giró para contemplar a Eurídice. Pero era demasiado pronto. Los rayos solares no la bañaban por completo y los dioses del Infierno se la llevaron para siempre.

Según Platón, Orfeo fue castigado por su cobardía, por intentar traer a Eurídice al mundo de los vivos en vez de morir él por amor. Quizá tenga algo de razón. Para María Zambrano, amar, poner el centro de gravedad en el otro, supone un dejar de vivir para uno mismo y en ese sentido, a la vez un morir y un renacer a una existencia más auténtica, más plena.

Una lectura más obvia de la historia de Orfeo es la de la impaciencia, de la cual creo que cualquiera sabe cómo no suele ser buena consejera. Más interesante me parece la oposición entre la lira y la mirada. A través de la música, Orfeo es capaz de subvertir, aunque sea por un momento, las mismas leyes de la muerte y de la vida, de los mortales y los dioses. Por culpa de la mirada, del aferrarse a la seguridad, por culpa de su cobardía, en definitiva, pierde lo que más le importaba.

Es por eso que creo que cada año, Las Líridas son una ocasión estupenda para recordarnos a dónde nos conduce la cobardía. Y cuán valientes somos cuando nos conducimos con el corazón.

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