El capital dice que quien da tiene que recibir algo a
cambio. Te doy mi tiempo, te doy mi vida y tú me das dinero. Te doy mi dinero y
tú me das cosas con las que ser feliz.
Uno de los efectos más perversos del mundo mercantilizado
donde vivimos es la contaminación. No la del medio ambiente, que
también, sino la de los otros órdenes de la vida. Aquellos espacios que
deberían permanecer ajenos a esa lógica siniestra del valor como precio. De la
relación como intercambio e interés.
En el terreno del arte podemos ver miles de ejemplos de
corrupción. De artistas que se inclinan ante el Dios dinero. Y de súbditos que
consumen productos como si de hamburguesas se tratara.
En el amor ocurre lo mismo. El capital dicta:
quien da tiene que recibir algo a cambio y si no nos lo dan, nos han estafado.
Así, algo se conmueve en nosotros. Nos hemos dado a cambio de nada. Y nos
sentimos débiles. Esta es la lógica que mueve los celos, la angustia del no
sentirse querido y los malos tratos.
Pero la esencia del amor es otra. Amar ha de ser un dar sin
esperar nada a cambio. Pura esencia del regalo. Un dar pleno. Y contra lo que
nos enseñaron de pequeños, no hay debilidad alguna en dar sin recibir a cambio.
No hay debilidad alguna en desnudar nuestro corazón y dar. Sin esperar una recompensa, sin posesión.
Al contrario, dar (se) es testimonio de fortaleza
desbordante. Un ser que no cabe en sí. Porque solo quien rebosa ser puede dar
(se). Las imágenes del capital identifican el amor con la debilidad. Un ser
fuerte se mantiene “en su sitio”, sigue
su camino, no cede ante las pasiones, dicen los apóstoles de la muerte.
No hay mayor mentira.
Asi mismo lo pienso yo, gracias por tu tiempo, tus palabras y tu dedicación "gratuitas"... te hacen ser consecuente con tus ideas.
ResponderEliminarRain Forest.
Gracias, hermano :_). Un abrazo!!!
ResponderEliminarSi se hablara así del amor con más frecuencia, perderíamos la vergüenza que hemos aprendido a tener y mostrar. Esconder justamente lo que rebosa, lo que desborda la lógica binaria del intercambio mercantil. Y por otra parte, ese empachoso amor comercial, amor de cajas de bombones, días de los enamorados, escapadas planificadas y promesas de eternidades sin más fundamento que una estética rosa. Ay, si se hablara así del amor, cuanta vida brotaría en el maltratado páramo.
ResponderEliminar¡Gracias Ana! Estoy de acuerdo. ¡Hablemos!¡Y hagamos! Hay que denunciar y desarticular ese discurso nocivo que nos empaña la mirada y maniata nuestros actos. Tenemos mucho que desaprender.
Eliminar¡Un abrazo!
Sinceramente, me ha encantado la reflexión. Sólo faltaba que en este mundo de locos el amor se convirtiera en moneda de cambio de cualquier cosa... bueno, es que en ese caso dejaría de ser amor.
ResponderEliminarMuy bueno, sí, señor.
Jo...Gracias :)
EliminarGenial la entrada, " Pero la esencia del amor es otra. Amar ha de ser un dar sin esperar nada a cambio. Pura esencia del regalo. Un dar pleno. Y contra lo que nos enseñaron de pequeños, no hay debilidad alguna en dar sin recibir a cambio. No hay debilidad alguna en desnudar nuestro corazón y dar. Sin esperar una recompensa, sin posesión. "
ResponderEliminarVa siendo hora de cambiar esa concepción del amor como debilidad, como deuda y como posesión, menos mal que hay reflexiones como ésta que ponen de manifiesto que no somos meros recipientes que hay que llenar con cualquier tipo de producto y si algo no se puede mercantilizar, ya se encarga el capital de hacerlo mediante la publicidad, tópicos, etc.
Genial! =)
Gracias, Lucía!!! Cuánto ánimo!!! :_)
EliminarTotalmente de acuerdo. Pero me gustaría poner la atención en un peligro latente en la perspectiva desinteresada del amor: su idealización. El amor romántico puede invertir ese desbordar-se del que hablas, y convertirlo en un inundarse las entrañas, en un empalagarse de uno mismo. Cuando el objeto amado se idealiza, también se desvirtúa e incluso se destruye. No quiero decir que esto sea lo que se desprende de tu reflexión, ni mucho menos, sino que podría derivarse de una mala interpretación de la misma.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por el espacio y las interesantes propuestas.
Gracias a tí, hermano. Tienes toda la razón señalando ese riesgo. Espero que nadie interprete así el texto. Personalmente tengo claro que el amor romántico, como anulación del otro y de uno mismo, es el enemigo. Se nos enseña a amar así. Idealizando. Proyectando y sin dejar ser al otro. Desde un plano de pensamiento, primero, y en un plano material, después, en los casos más terribles (aunque no poco frecuentes).
EliminarUn abrazo grande
Qué bonito es el amor. El amor a la vida, a una misma, a las demás personas. Qué bonito es saber que otro amor es posible, más allá de lo que un día nos contaron...
ResponderEliminarQué bonito rincón lleno de palabras cálidas y optimistas. No pares de pensar y de compartir!
Ole!
Jo... muchas gracias, Eli :)
Eliminar¡Un abrazo!
Me has recordado enormemente a un texto que me encanta de Suely Rolnik. Te lo paso por si no lo conoces, mueve mucho por dentro y pone las pilas para seguir contruyendo formas de amar muy Otras ;)
ResponderEliminarhttp://www.enfocarte.com/7.32/pensamiento3.html
Después de 6 años veo tu comentario en mi blog y apunté al link: gracias, me encantó tu reflexión.
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