La medida ha
sido duramente criticada por la oposición, profesores y gente del gremio, pero
lo cierto es que, a poco que pensemos, nos daremos cuenta de que puede
ayudarnos a salir de la crisis y mantenernos en la senda del crecimiento y la
prosperidad.
Ahí van siete
razones:
1. Seremos
mejores trabajadores
La asignatura
de Ética es la única que cuestiona que algo sea importante en función de su
precio, de modo que si la eliminamos será más sencillo tener trabajadores
dispuestos a todo. Y eso le gusta a los mercados. Una persona que se pregunte
autónomamente si lo que le han ordenado es inmoral frena la economía.
2. Seremos
mejores consumidores para ser mejores productos
La Filosofía puede hacer
que nos cuestionemos si -como decía Eric Fromm- es más importante ser o tener.
En la sociedad capitalista lo que tengo determina lo que soy, y lo que soy
determinará a quien le gusto. Si quieres gustar tienes que ser un Playmobil,
con constantes nuevos accesorios. El consumidor y el producto se confunden así
hasta el punto de que ya no sabemos si el maniquí está en el escaparate o al
otro lado del cristal. Evidentemente, una asignatura que plantee estas
incómodas cuestiones no ayuda en nada al consumo y a nuestra prima de riesgo.
3. Seremos más
obedientes
Uno de los
elementos esenciales de la Filosofía
-señalaba Popper- es su carácter crítico. A diferencia de cualquier otra
disciplina, el filósofo para ser filósofo no sigue a su maestro, sino que pone
en duda todo lo que éste le enseñó. Es un desobediente incorregible. Alguien
que no acepta las cosas sin más.
Así que reducir
la Historia
de la Filosofía
ayudará a que seamos aún más obedientes ante la autoridad, sea ésta paternal,
religiosa, laboral, policial, política... Ello reforzará sin duda, la “Marca
España” y la confianza de los mercados.
4. Nos
importarán aún menos los Derechos Humanos
La
asignatura de Ética es la única que trabaja los Derechos Humanos más allá del
mero registro histórico. Si no la eliminamos, puede ser que los ciudadanos del
futuro luchen por condiciones dignas de trabajo para todos los seres humanos,
el derecho universal a la sanidad y la educación, e incluso cuestionen la venta
de armas a países en guerra, un negocio en expansión, con el que España ha
ganado más de 3.800 millones de euros desde 2007. Dicho de otro modo: los
Derechos Humanos son sinónimo de crisis económica.
5. Explotaremos
mejor a las mujeres
Gracias
a la profunda estructura machista, se mantiene gran parte del tejido
productivo, de modo que asignaturas como Ética en donde se explique que el
género es una construcción social e histórica pueden ponen en peligro la
estabilidad de la economía nuevamente.
6.
Explotaremos mejor el planeta
El
capitalismo se basa en el crecimiento infinito en un mundo de recursos
limitados. La reflexión filosófica puede ayudar a darnos cuenta de lo absurdo
de esta idea, e incluso llevarnos a la conclusión de que no es posible salvar
el planeta si no sustituimos la idea ilustrada de crecimiento ilimitado, por
una más razonable de “decrecimiento”, como apuntan Serge Latouche o Jorge
Riechmann. Imagínense cómo subiría la prima de riesgo si nos diera por hacernos
ecologistas
7.
Explotaremos mejor a los animales
Estudiar
filosofía también puede llevar a situaciones indeseables como las de poner en
cuestión el daño que sufren los toros, la moralidad de consumir carne de origen
industrial o la experimentos con conejos para hacer champús. Si estas actitudes
se generalizan, perderíamos mucho mucho dinerito.
Vaya, el primero en poner un comentario. Qué presión...
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo con lo que has dicho, David. El declive del racionalismo -y, por consiguiente, del sentido crítico- en detrimento del sentimentalismo y la laxitud está devaluando lo que define, precisamente, al ser humano: la capacidad de pensar.
Todo ello provoca una pusilanimidad en los gobiernos de todo el mundo que hace de ellos poco más que simples marionetas al servicio de los mercados.
Sin ética no hay valores humanos. Y los valores son necesarios para una correcta convivencia. Sobre todo el que es, para mí, el valor por antonomasia; la virtud, dichosa palabra retomada magistralmente por Vladimir Jankélévitch, y que sin embargo -y casi sin explicación- cayó en el olvido durante años en el panorama filosófico.
Un abrazo, David.
Chiky.
¡Hola Chiky!
ResponderEliminar¡Gracias por pasarte y comentar! ¡Así da gusto! Aunque me gustaría matizar algunas de las cosas que dices.
El problema de los valores que sufrimos entiendo que se debe al triunfo de un tipo de racionalidad, al imperio de lo instrumental y de una razón que aprendió a desconfiar de todo en su movimiento de liberación del dogmatismo de la edad media. Aquello tuvo innegables efectos positivos... los negativos los palpamos cada día: la dictadura del dinero y una existencia de trabajadores-consumidores que se despiertan y acuestan en el absurdo, sin un verdadero "sentido", como Sísifo empujando la roca. Este mundo donde el valor de algo se confunde con su precio. Este mundo colmado de medios herramientas y anémico de fines y metas con valor intrínseco. De modo que mi visión es que el problema se debe más a un tipo de racionalidad que al sentimentalismo como dices.
Con laxitud imagino que te refieres a desviarnos de un camino recto y virtuoso. Estoy de acuerdo en que es necesario cultivar la virtud, pero no sé en qué sentido usas el término y no conozco a Jankelevitch. ¿Es aristotélico?
Hola de nuevo, David.
EliminarPor supuesto que es la racionalidad el origen de todo el sistema actual y su andamiaje, pero considero que también es la única capaz de redirigir el rumbo caótico al cual nos está llevando el mismo. Voy a intentar explicar por qué digo esto. Pero antes quiero hacer una breve definición de la razón y sus usos.
Yo voy a ir más allá de tus palabras. No podemos pretender que la razón haga sólo obras buenas. La razón se pone -y se ha puesto- en innumerables ocasiones al servicio de la inteligencia, y ésta, a su vez, al servicio del mal. La razón está perfectamente capacitada para elaborar auténticas estrategias, sean buenas o malas. Las estrategias, entendidas como algo premeditado, no pueden surgir más que de la razón, y no de los sentimientos o irracionalidad. Sólo cuando la razón se asocia con la sabiduría elabora una estrategia virtuosa, y con ella la bondad. Sólo cuando la razón se asocia con la inteligencia cultiva todo tipo de inventos y otras muchas cosas que nos pueden facilitar la vida, pero que nada aportan al terreno ético, para el cual ha mostrado una incapacidad e ineptitud sin límites a lo largo de los siglos.
Digo esto porque la razón comete todo tipo de estupideces, pero no es menos cierto que la única capaz de combatirlas es la razón misma. El sentimentalismo no puede por sí solo hacer esto último. Si dejamos que el sentimiento actúe bajo una libre disposición, corremos el riesgo de anular el sentido crítico del ser humano, su capacidad de reflexión. Y la reflexión es la única capaz de sacarnos del atolladero en el cual nos encontramos.
Tenemos que hacer un esfuerzo por conseguir, en este caso, que la razón y la sabiduría -y no la inteligencia- trabajen codo con codo, si lo que queremos es dirigirnos a un camino más virtuoso éticamente hablando.
El término virtud lo utilizo en el sentido de construir una moral militante cuya base sea dicho término. En el sentido de lograr una energía moral que pueda y deba responder a todas las trampas del mal. En el sentido de establecer, en la medida de lo posible, un mundo basado en el bien, el respeto y el amor hacia el que está a tu lado.
Jankélévitch es un pensador francés, perteneciente al siglo XX. Fue gran admirador del pensamiento alemán. Sin embargo, su odio a la Alemania nazi después de la ocupación le llevó a no leer ni una sola línea más de ningún filósofo alemán hasta su muerte. Yo solo he leído textos suyos, pero te recomiendo encarecidamente que lo leas. Tiene una manera de pensar y de decir las cosas francamente bonita y esperanzadora.
¡Seguiremos debatiendo!
Un abrazo.
Chiky.
Muy buenas!
ResponderEliminarDavid, me ha gustado mucho la perspectiva que adoptas en esta entrada. Parece escrita por un legislador tecnócrata sin escrúpulos. Eso sí, normalmente este personaje adornaría un poco más sus palabras e intereses de forma que pudiera conseguir sus metas sin levantar demasiadas llagas. Semejante legislador usaría su razón maquiavélica (de la que parece hablar en cierto momento Chiky) al servicio de esa racionalidad instrumental que atacas en tu blog y en contra de la cual yo también me posiciono, por lo que además de tu lector me considero tu compañero de batalla.
Precisamente, al carecer de estrategia, el discurso de este hipotético personaje aparece tal como es; se nos muestran sus verdaderos fines, más allá del maquillaje y de las máscaras. Este tecnócrata es frío, calculador y parece haber olvidado lo que es la humanidad. Y nosotros, pobres seres de esta fantasía futurista, nos conectamos cada día a la máquina de las mentiras para hacer soportable lo increíble.
Gracias por desconectarte de vez en cuando y mirar más allá del cartón piedra.
Un abrazo,
Tricio
Ains... ¡Gracias! A ver cuando te escribes algo, ¡jodío!
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